domingo, 8 de diciembre de 2013

Tota Pulchra es María


Tota pulchra es, María,
et macula originalis non est in te.
Tu gloria Jerusalem,
tu laetitia Israel,
tu honorificentia populi nostri.
¡Oh! María, virgo prudentissima,
mater clementissima,
Ora pro nobis,
intercede pro nobis
ad Dominum Jesu Christum.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Misericordia

"La misericordia es el lustre del alma, la enriquece y la hace aparecer buena y hermosa. El que piensa compadecerse de la miseria del otro, empieza a abandonar el pecado" 
(San Agustín)

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Justicia y Misericordia



La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción.(Santo Tomás)

domingo, 10 de noviembre de 2013

Necesidad de Oración

Hay una necesidad de oración constante en el corazón del hombre. La sed de Dios, de infinito, se manifiesta de mil maneras. Dios llama continuamente una y otra vez a esta realidad certera y concreta. El hombre tiene una sed profunda de oración y lo manifiesta claramente, busca constantemente poder saciar esa sed que no tiene fin.

El alma que se entrega a la oración es sumergida en ese "mar" de eternidades, ese "pozo" profundo del Agua Viva, el alma se entrega y no está plenamente saciada si no se entrega de corazón a esa sed profunda y absorbente.

En nuestro diario vivir, se nos presenta esta sed, y ¿como saciarla? ¿como apagar ese "arder" de sed de nuestro corazón?.... estas y otras preguntas se nos presentan en nuestro interior, y es ahí donde debemos estar atentos, poder saciar esta sed, acudiendo con serenidad y calma al Único pozo donde encontraremos el Agua necesaria para calmar nuestra sed.


Al ir a este "Pozo" profundo e inagotable, debemos hacerlo con el corazón, con el alma dispuesta a dejarse consumir por esa presencia ardiente, presencia que arde y consume nuestro corazón en un deseo ardiente de Eternidad.
Acudir a la oración sabiendo que El está ahí y nos espera. Que Dios nos ama y quiere entrar en un dialogo profundo y concreto. Para eso necesitamos despojarnos de todo, pero sobretodo de nosotros mismos, de nuestros temores, de nuestros miedos, ir confiados porque tenemos un Dios que quiere saciar nuestra sed de oración, nuestra sed de infinito.

 Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia. Sal 17, 15.

Germá Felip de Jesús dj

miércoles, 30 de octubre de 2013

La cofradía de los santos amenazantes

Hay momentos en los que la vida pastoral no es en absoluto sencilla. Tienes que estar atento al anuncio fuel del evangelio, a la administración da los sacramentos, al ministerio de la caridad… y todo eso tratando de compatibilizar –vano esfuerzo- el atender a cada cual como necesita, y a la vez intentar tratar a todos por igual. Porque claro, cada uno es cada uno, pero a la vez por qué Fulanito sí y yo no. Y ahí tienes al señor cura haciendo encaje de bolillos.


No suele haber problemas en estas cosas. La inmensa mayoría de la gente, aunque no siempre comprenda, se da cuenta de las dificultades, y acaba aceptando las cosas con una cierta deportividad. Pero… también existe la cofradía de los santos amenazantes… ¿No los conocen? Pero bueno…
Amenazante D. Joaquín, que no comprende que eso de que hagan juntos la primera comunión sus dos retoños, que se llevan más de dos años, no puede ser. Y como no lo comprende, amenaza con dejar de colaborar económicamente en la construcción del templo. Estábamos aún en el prefabricado. No pasa nada D. Joaquín, le dije. En mi pueblo, hay una preciosa iglesia, viviendas y locales, y un servidor tiene allí una casita que heredó de sus padres. ¿Qué ustedes prefieren no tener centro parroquial? A mí plin… No lo hago para mí, yo lo tengo resuelto.
Menuda se puso doña Asunción porque se le dijo que eso de hacer la boda de su hija en el chalet no podía ser, que ni la hacíamos ni se la autorizaba como párroco. ¿Y si voy al vicario? Le dirá lo mismo. ¿Y el obispo? Me temo que también. Pues nada, que para eso era mejor dejar la Iglesia, que de qué servía ir a misa los domingos si luego le hacíamos esto. Que si no se hacía la boda en el chalet, no volvía a pisar una Iglesia. Pues usted misma, doña Asunción. Ya se lo explicará a Nuestro Señor el día en que se encuentren cara a cara.

Servidor era el administrador del cementerio parroquial allá en el pueblo. Se cobraba una pequeñísima cuota mensual por el mantenimiento, para que al menos estuviera limpio y no salieran hierbajos. Hubo que subir un poco porque es que ya no daba ni para el herbicida. Llegaron juntas Rafaela y Joaquina, y Joaquina me dijo: ¿y si por subir las cuotas la gente deja de pagar? No tuve que responder yo, lo hizo Rafaela: mira Joaquina, este señor cura tiene a sus muertos enterrados en su pueblo, nosotras los tenemos aquí. Tú sabrás si quieres que tus padres estén entre hierbajos o en un sitio arreglado y limpio. Sabia mujer, una vez más.
Jesús trajo un tan enorme como horrible cuadro de San José con la pretensión de colocarlo en la hermosa iglesia parroquial. No es que no pegara ni con cola, es que espantaba a las mismísimas ánimas del purgatorio. ¿Dónde lo va a colocar? Me temo que en ningún sitio. Pues si no lo pone bien visible me voy de esta parroquia y no me ve más por aquí. Suerte Jesús,que encuentres tanta paz como nos dejas…

¿A que ya van entendiendo mejor lo que es la cofradía de los santos amenazantes? Sin descartar a los que no solo te amenazan con un garrotazo, sino que te están esperando en la carretera para hacerlo realidad. Pero aquella vez yo corrí más.

Don Jorge González Guadalix; visto en Infocatolica

viernes, 4 de octubre de 2013

La Oración: dialogo con Dios

La oración, como bien expresa su nombre, es diálogo del hombre con Dios, unión mística. Según los efectos que la caracterizan, es el apoyo del mundo y reconciliación con el Señor; fuente de lágrimas y propiciatoria de nuestros pecados; defensa de la tentación y baluarte ante las contradicciones; victoria en la lucha y empeño de los ángeles; alimento de los seres incorpóreos y alegría en la espera; actividad que no finaliza jamás y fuente de virtud; forjadora de carismas y del progreso espiritual, alimento del alma y luz de la mente (...). 
Reza con toda sencillez, con una sola expresión, como hicieron el publicano y el hijo pródigo que se dirigieron a Dios misericordioso (...). 



No te afanes en mirar con minuciosidad las palabras que debes usar en la oración. A menudo los simples y sencillos balbuceos de los niños aplacaron al Padre que está en los cielos (cfr. Mt 6, 9). 
No busques muchas palabras (cfr. Mt 6, 7), porque tal deseo provoca la disipación de la mente. Con una pequeña frase el publicano agradó al Señor (cfr. Lc 18, 3), y con una sola expresión dicha con fe, salvó al ladrón (cfr. Lc 23, 39-43). A menudo muchas palabras distraen en la oración porque llenan la mente de fantasías; una sola, con frecuencia, contribuye al recogimiento: cuando a un cierto punto hay una palabra que te agrada y propicia la compunción, permanece allí; entonces se unirá a tu oración el Ángel Custodio. 

Después, no abuses de la libertad confiada, aunque hayas alcanzado la purificación. Es más, acercándote a Dios con gran humildad, podrás obtener la más alta libertad. También si te encontrases en lo alto de la escala de la virtud, continúa rezando para que sean perdonados tus pecados como hizo San Pablo que, asemejándose a los pecadores, exclamaba: yo soy el primero de ellos (cfr. I Tim 1, 15). La pureza y compunción de lágrimas deben dar alas a la oración, y el sabor, como el aceite y la sal condimentan los alimentos. Añade la bondad y la dulzura, con las que debes revestirte si quieres liberar al corazón de todo aquello que arranca la libertad, y poder elevarte sin esfuerzo hacia Dios. 

Hasta que no hayamos alcanzado después de muchas experiencias tal claridad de oración, seremos principiantes, como niños que empiezan a caminar. Trata de elevar la mente a Dios, o mejor, de tenerla cerrada dentro de las operaciones de la oración y, si por debilidad infantil, no la tienes tranquila, ponla rápidamente en orden: por desgracia nuestra mente es débil, pero el Omnipotente podrá fijarla. 

Si continúas luchando sin rendirte, finalmente descenderá sobre ti Aquél que mantiene en sus límites los mares de la mente, y dirá, mientras tú te elevas en oración: De aquí no pasarás, ahí se romperá la soberbia de tus olas (...) (cfr. Job 38, 11). 

¿A quién tengo yo en los cielos? Fuera de ti, nada deseo sobre la tierra (cfr. Sal 73, 25). Esto persigue la oración. Si unos aspiran a la riqueza, otros a la gloria u otra posesión, mi bien es estar apegado a Dios, único fundamento de mi esperanza (cfr. Sal 73, 28). La fe es la que otorga las alas a la oración, pues de ningún otro modo podrá volar hacia el cielo. Sólo esto pedimos al Señor (cfr. Sal 27, 4). Somos todavía víctimas de las pasiones, pero de esta condición todos deseamos elevarnos, cortando definitivamente ese camino. Aquel juez que no temía a Dios, cede a la insistencia de la viuda para no tener más la pesadez de escucharla (cfr. Lc 18, 1-4). Dios hará justicia al alma, viuda de El por el pecado, frente el cuerpo, su primer enemigo, y frente a los demonios, sus adversarios invisibles. El Divino Comerciante sabrá intercambiar bien nuestras buenas mercancías, poner a disposición sus grandes bienes con amorosa solicitud y estar pronto a acoger nuestras súplicas (...). 

No digas no haber obtenido aquello que has pedido rezando mucho, porque te has beneficiado espiritualmente. De hecho, ¿qué bien más sublime puede existir al de estar unido con el Señor y perseverar en esa unión ininterrumpida con Él? Quien se encuentra protegido por la oración no deberá tener miedo de la sentencia del Juez divino, como le sucede al condenado aquí en la tierra. Por eso, si eres sabio y no corto de vista, al recuerdo de ese juicio podrás fácilmente alejar de tu corazón las ofensas recibidas y todo rencor, las preocupaciones por los negocios terrenos y los sufrimientos que se derivan; la tentación de las pasiones y de todo género de maldad. Con la súplica constante del corazón prepárate a la oración perenne de los labios, y rápido avanzarás en la virtud (...). 

Como canta el Salmista: «Yo conozco verdaderamente cuánto bien quisiste para mí porque en tiempo de guerra no permitiste que el enemigo riese a mis espaldas; por eso, grité a ti de todo corazón, con cuerpo y alma, porque donde se encuentran unidos estos elementos, allí se encuentra Dios en medio de ellos» (cfr. Sal 40, 12;1 19, 145;1 Tes 5, 23; Mt 18, 20). 

No todos tienen las mismas dotes, ni según el cuerpo, ni según el espíritu. Para algunos va bien la oración más breve, para otros es mejor la larga de los salmos. Hay quien todavía confiesa estar prisionero de su cuerpo, o debe luchar con la ignorancia del espíritu; si entonces invocas a nuestro Rey contra los enemigos que te asaltan de cualquier parte, ten confianza. Ya no deberás fatigarte mucho desechándolos de una vez, pues se alejarán de ti 
rápidamente: no querrán asistir a la segura victoria que obtendrás con la oración; es más, huirán despavoridos por la fusta de tu ferviente coloquio. Recoge todas tus fuerzas, y Dios se ocupará en cómo enseñarte a rezar. 

San Juan Clímaco

martes, 27 de agosto de 2013

Oración

A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla.  En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar.  Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse.  Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración.

Del diario de Santa Fautisna


viernes, 26 de julio de 2013

Silencio....

Ante tanto "lío" mejor hacer silencio...
Ante tanto "lío litúrgico" mejor hacer silencio...
Silencio que no es inacción, sino silencio fecundo del Obrar, "Ora et Labora" dice la sentencia de san Benito a sus monjes; la sabiduría popular dice: A Dios rogando y con el mazo dando....
Silencio y acción que los Hijos de Dios, no hacemos "lío", hacemos Iglesia, viviendo en una continua Anamnesis  


“El que no quiera al Señor, ¡sea anatema! «Maranatha.” 

Primera epístola a los Corintios 16:22

viernes, 7 de junio de 2013

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús


Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adoradísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que, generoso, concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven. 
¡ Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar!. 
¡Mirad! que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia!.
¡ Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso y necesito apoyarme en Vos, para no desfallecer! 
 Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón; socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio de toda necesidad. 
De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis, cuando con tan tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: "Venid a mí,  aprended de mí, pedid, llamad ... a las puertas de vuestro Corazón” vengo, pues hoy, y llamo y pido y espero. 
Del mío os hago, ¡oh Señor!, firme, formal, y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

miércoles, 5 de junio de 2013

¿Que tengo yo que mi amistad procuras?



¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? 
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío, 
pasas las noches del invierno oscuras?


¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, 
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, 
si de mi ingratitud el hielo frío 
secó las llagas de tus plantas puras!


¡Cuántas veces el Ángel me decia:
"Alma, asómate ahora a la ventana, 
verás con cuánto amor llamar porfía"!


¡Y cuántas, hermosura soberana, 
"Mañana le abriremos", respondía, 
para lo mismo responder mañana!

Lope de Vega

domingo, 26 de mayo de 2013

Sobre la oración, según Barsanufio y Juan de Gaza



Pregunta: Padre mío, ¿querrías decirme cómo se adquiere la humildad para la oración perfecta, cómo efectuaría sin distracciones y si es útil la lectura?



Respuesta: La oración perfecta consiste en hablar a Dios sin distracción, recogiendo a la vez todos los pensamientos y todos los sentidos. Se llega a ello muriendo para todos los hombres, para el mundo y lo que él encierra. En la oración sólo has de decir a Dios: «¡Sálvame del malvado! ¡que tu voluntad se cumpla en mí!», y mantener tu espíritu en la presencia de Dios, hablándole. La oración se reconoce porque el hombre está libre de toda distracción con su espíritu colmado de alegría bajo la iluminación del Señor. La señal de que el espíritu ha llegado a ese estado es la imperturbabilidad, incluso si el mundo entero viniera a atacarnos. Ora perfectamente aquel que está muerto para el mundo y sus placeres. Hacer cuidadosamente su obra para Dios, no constituye una distracción, sino celo según Dios. Es ventajoso leer las Vidas de los Padres, pues ello es un medio de iluminar el espíritu en el Señor.

* * *

Pregunta: ¿Es necesario emplear contra los pensamientos la contradicción, las palabras imprecatorias, la cólera?


Respuesta: Las pasiones son sufrimientos. Dios no ha querido alejarlas, pero ha dicho «invócame en el día de la tribulación». No hay otro medio de vencer toda pasión más que invocar el nombre de Dios. La contradicción sólo es buena para los perfectos, los poderosos según Dios; nosotros, los imperfectos, tenemos sólo un recurso, refugiamos en la oración en el nombre de Jesús. Pues las pasiones son demonios que huyen ante su nombre.


* * *
Pregunta: ¿Es mejor dedicarme al «Señor Jesucristo, tened piedad de mí» o recitar pasajes de las santas Escrituras y salmodiar?


Respuesta: Ambas cosas son necesarias, un poco de una, un poco de otra, pues está escrito: «Es necesario hacer una cosa, sin descuidar la otra» (Mt 23, 24). 

* * * 

Pregunta: Cuando entorpecido por los pensamientos, tanto en la salmodia como fuera de ella, pido ayuda al nombre de Dios, el adversario me sugiere que existe orgullo en pensar que se hace bien mencionando a Dios sin interrupción. ¿Qué debo pensar yo?



Respuesta: Es un hecho conocido que los enfermos necesitan absolutamente al médico... Aprendamos que es necesario, en la prueba, invocar sin interrupción al Dios de misericordia. Pero, invocando el nombre de Dios, no nos dejemos llevar por los pensamientos orgullosos. De no tenerlo en su cabeza, el culpable no concebirá el orgullo. Tenemos necesidad de Dios: invocamos su nombre en nuestra ayuda contra nuestros enemigos. Estamos en necesidad: pedimos ayuda; estamos en una prueba: corremos a ponernos al abrigo. Aprendamos entonces que nombrar a Dios sin interrupción es un remedio que no solamente destruye toda pasión sino incluso el acto en si mismo. Mirad al médico: él coloca su remedio o su cataplasma sobre la herida del paciente y esto produce su efecto sin que el enfermo tenga conciencia de cómo sucedió: del mismo modo el nombre de Dios, cuando es pronunciado, destruye todas nuestras pasiones sin que nos demos cuenta por el momento.

* * *

Pregunta: Cuando mi razón parece estar en reposo y libre de toda inquietud, ¿es bueno, incluso en ese momento, dedicarme a la invocación del nombre de Cristo, nuestro Señor? Mi razón me sugiere que, desde el momento en que estoy en paz, eso no es necesario.



Respuesta: No podemos conocer una paz semejante, pues nos reconocemos pecadores. El Señor dijo: «No hay paz para los pecadores». Si no hay paz para los pecadores, ¿qué es, entonces, esa paz que creemos experimentar? Temamos, porque está escrito: «Andarán diciendo: 'Paz y seguridad', y entonces, de improviso, les sorprenderá la perdición, como los dolores del parto a la mujer encinta, y no podrán escapar» (1 Tes 5, 3). Sucede que nuestros enemigos, mediante engaños, aportan a nuestro corazón una efímera tranquilidad para impedirle invocar el nombre de Dios. Saben bien que esta invocación los paraliza. Estamos advertidos: llamemos sin tregua al nombre de Dios en nuestra ayuda. He aquí la oración. Está escrito: «Orad sin cesar» (1 Tes 5, 17).

lunes, 6 de mayo de 2013

Ser testigos del Amor

Vivimos tiempos de confusión, de desolación, muchas almas viven confundidas, sin rumbo, sin tenes quien les hable de Dios y en Nombre suyo.
¿Que debemos hacer nosotros para remediar estos males? ¿Cual o cuales son los caminos para que podamos ser almas fieles y cuyo testimonio sea autentico? 
La respuesta nos la da nuestro Maestro... es simple, clara y sencilla: "En el Amor que se tengan los unos  a los otros, conocerán que son mis discípulos" Jn 13,35
Por lo tanto debemos esforzarnos, rezar, luchar, amar y volver a amar, para que aquellas almas que no creen, que no aman, que no encuentran sentido, puedan encontrar en nuestras pobres vidas un testimonio único  y autentico, EL AMOR.



Que el Señor te bendiga.
Hno. Felipe de Jesús dj

jueves, 25 de abril de 2013

Misericordia sin limites



Estos días de Pascua son los días en los cuales nuestra mirada se posa en la Misericordia que Dios nos tuvo, nos tiene y nos tendrá, al contemplar la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor.
Este es el día de gracia, este es el tiempo de la Salvación. Dios por entero muere y resucita por amor a cada uno de nosotros. Si, por amor a mi!!! 
Que bueno es recordar que ese Amor que Dios me tiene es personal, único e irrepetible...
Dios me ama a MI!!!
Suena tal vez egoista la expresión, pero si yo no me siento amado, si yo no me siento rescatado. Como podré entonces vivir la Misericordia de Dios en mi vida? ¿Como podré llevar esa Misericordia a los demás?
Dios es Misericordia y espera por nosotros una y mil veces, aunque muchas veces le cerremos la puerta en la cara, su Mano amorosa no se cansara de golpear la puerta de nuestro corazón, y su mano llagada no se cansara de tocar, no se cansara de esperar...
Recordemos, este es el tiempo de la Misericordia, el Día de la Salvación.

Hno Felipe de Jesús dj

martes, 2 de abril de 2013

PASCUA DE DIOS!!!



CRISTO NUESTRA PASCUA, HA RESUCITADO!!!
ALEGRÍA, HERMANOS, LA MUERTE FUE VENCIDA POR AMOR A NOSOTROS.
CRISTO HA RESUCITADO, QUE ESTE GRITO SE ESCUCHE POR TODA LA TIERRA;
CRISTO HA RESUCITADO!!!

domingo, 24 de marzo de 2013

La poesía del Pobre



Magnífica homilía del Prior sobre el sentido del signo sagrado. Cómo responde exquisitamente a la pedagogía de Dios enseñarnos este lenguaje, como un analfabeto accede a dibujar una a o una efe. Este abecedario nos permite leer lo divino, tan escondido. Cristo vino a enseñarnos este alfabeto —siendo Él su Alfa y si Omega, sus vocales y sus consonantes— y por eso, en el acontecimiento de hoy, asume montar sobre el asno real y acepta le alfombren el paso con palmas y flores. 
Su Reinado no es de este mundo, pero es en este mundo y ha de expresarse al modo de este mundo. 

Una Iglesia, que en un rapto de iconoclasia, anulara este abecedario, elegiría insólitamente ser analfabeta del misterio. El perfume del óleo, el flamear de olivos, el trenzado de palmas, la nube del carísimo incienso —con el que se podría dar de comer a cientos de desnutridos— cirios llameantes, íconos relucientes, conforman la poesía del pobre, la lustrosa égloga del simple, la lírica más encumbrada del indocto, que recibe de su Madre, la Iglesia, el feliz idioma de los signos para aclamar al Rey de la Gloria montado sobre el ínfimo asno del sacerdote celebrante…

Quien le quitara al pobre este derecho, esta fortuna, ésta, su única riqueza, agravia gravísimamente sus derechos. Los ricos seguirán teniendo sus anaqueles abarrotados de libros, y los doctos, sus pomposos títulos… pero al pobre le habrán quemado su único lenguaje: el del signo sagrado.

Padre Diego de Jesús, Monje del  Monasterio del Cristo Orante, Mendoza, Argentina.

domingo, 10 de marzo de 2013

ORACIÓN DE LA HUMILDAD A SAN JOSÉ





Enséñanos José
        Cómo se es “no protagonista”.
        Cómo se avanza sin pisotear.
        Cómo se colabora sin imponerse.
        Cómo se ama sin reclamar.
    Dinos; José
        Cómo se vive siendo ‘número dos’.
        Cómo se hacen cosas fenomenales desde 
        un segundo puesto.
    Explícanos
        Cómo se es grande sin exhibirse.
        Cómo se lucha sin aplauso.
        Cómo se avanza sin publicidad.
        Cómo se persevera y se muere uno 
sin esperanza de que le hagan un homenaje.

Amén

viernes, 1 de marzo de 2013

En un jardín de Roma hay un anciano


En un jardín de Roma hay un anciano,
Oculto a las miradas de la gente,
Que gusta de rezar junto a una fuente,
De prisas y cuidados ya lejano.

Recuerda a veces, con dolor humano,
Que su palabra antaño era influyente
Y el mundo le escuchaba humildemente,
Mas pronto retrocede el pensar vano.

Se pone en pie y, sin oler las rosas,
En casa de su Padre vuelve a entrar,
Dejando tras de sí todas las cosas.

Bien sabe que, encorvado ante el altar,
En esas viejas manos temblorosas,
El mundo y más que el mundo puede alzar.

Bruno Moreno Ramos, tomado de su blog: Espada de Doble Filo; Infocatolica.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Ultima Catequesis de S.S. Benedicto XVI


Venerados hermanos en el episcopado y presbiterado
Distinguidas autoridades
¡Queridos hermanos y hermanas!
Muchas gracias por haber venido tantos en esta última audiencia general de mi pontificado.
Como el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, también yo siento en mi corazón la necesidad de agradecer sobretodo a Dios, que guía y hace crecer a la Iglesia, que siembra su palabra y así alimenta la fe de su pueblo.
En este momento mi ánimo se extiende por así decir, para abrazar a toda la Iglesia difundida en el mundo y doy gracias a Dios por las 'noticias' que en estos años de ministerio Petrino he podido recibir sobre la fe en el Señor Jesucristo, de la caridad que circula en el Cuerpo de la Iglesia y lo hace vivir en el amor, y de la esperanza que se nos abre y nos orienta hacia la vida en su plenitud, hacia la patria del Cielo.
Siento que les tendré presentes a todos en la oración, en un presente que es aquel de Dios, donde recojo cada encuentro, cada viaje, cada visita pastoral. Todo y a todos les recojo en la oración para confiarlos al Señor: para que tengamos pleno conocimiento de su voluntad, con cada acto de su sabiduría e inteligencia espiritual, y para que podamos comportarnos de manera digna de Él, de su amor, haciendo fructificar cada obra buena. (cfr. Col 1,9).


En este momento hay en mi una gran confianza porque sé, y lo sabemos todos nosotros, que la palabra de verdad, del evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El evangelio purifica y renueva, produce fruto en cualquier lugar donde la comunidad de los creyentes lo escucha, acoge la gracia de Dios en la verdad y vive en la caridad. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.
Cuando el 19 de abril de hace casi ocho años decidí asumir el ministerio de Pedro, tuve firmemente esta certeza que me ha siempre acompañado. En aquel momento, como expliqué en diversas oportunidades, las palabras que resonaron en mi corazón fueron: ¿Señor por qué pides esto, y que es lo que me pides? Es un peso grande el que me pones sobre los hombros, pero si Tú me lo pides, en tu nombre echaré las redes, seguro de que Tú me guiarás, incluso con todas mis debilidades.
Y el Señor verdaderamente me ha guiado y me ha estado cerca. He podido percibir cotidianamente su presencia. Y fue un tramo del camino de la Iglesia que tuvo momentos de alegría y de luz, y también momentos no fáciles. Me he sentido como san Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea. El Señor nos ha donado tantos días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca fue abundante. Existieron también momentos en los cuales las aguas estaban agitadas y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir.



Pero siempre he sabido que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y no la deja hundirse. Es Él que la conduce, seguramente también a través de los hombres que ha elegido, porque así lo ha querido. Esta fue y es una certeza que nada puede ofuscar. Y por esto hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios porque no le ha hecho faltar nunca a toda la Iglesia ni a mi, su consolación, su luz y su amor.
Estamos en el Año de la Fe, que he querido para reforzar justamente nuestra fe en Dios, en un contexto que parece querer ponerlo cada vez más en segundo plano. Querría invitar a todos a renovar la firme confianza en el Señor, a confiarse como niños en los brazos del Dios, con la seguridad de que aquellos brazos nos sostienen siempre y son lo que nos permite caminar cada día mismo cuando estamos cansados.
Querría que cada uno se sintiera amado por aquel Dios que ha donado a su Hijo por nosotros y que nos ha mostrado su amor sin límites. Querría que cada uno sintiera la alegría de ser cristiano. En una hermosa oración que se reza cotidianamente por la mañana se dice: “Te adoro Dios mío, y te amo con todo el corazón. Te agradezco por haberme creado, hecho cristiano...” Sí, agradezcamos al Señor por esto cada día, con la oración y con una vida cristiana coherente. ¡Dios nos ama y espera que nosotros también lo amemos!
Y no solamente a Dios quiero agradecerle en este momento. Un papa no está solo cuando guía la barca de Pedro, mismo si es su primera responsabilidad. Yo nunca me he sentido solo al llevar la alegría y el peso del ministerio Petrino. El Señor me ha puesto al lado a tantas personas que con generosidad y amor de Dios y a la Iglesia me ayudaron y me estuvieron cerca.
Sobretodo ustedes, queridos hermanos cardenales; vuestra sabiduría, vuestros consejos, vuestra amistad me han sido preciosos. Mis colaboradores a partir del secretario de Estado que me ha acompañado con fidelidad durante estos años, la Secretaría de Estado y la Curia Romana, como todos aquellos que en los varios sectores dan sus servicios a la Santa Sede.
Hay además tantos rostros que no aparecen, que se quedan en la sombra, pero justamente en el silencio, en la dedicación cotidiana, con espíritu de fe y humildad fueron para mi un apoyo seguro y confiable.
¡Un pensamiento especial va a la Iglesia de Roma, a mi diócesis! No puedo olvidar a mis hermanos en el episcopado y en el presbiterado  a las personas consagradas y a todo el pueblo de Dios. En las visitas pastorales, en los encuentros, en las audiencias, en los viajes, he siempre percibido gran atención y profundo afecto. Pero también yo les he querido bien a todos y a cada uno, sin distinciones, con aquella caridad pastoral que está en el corazón de cada Pastor, especialmente del obispo de Roma, del sucesor del apóstol Pedro. Cada día les he tenido presente, cada día en mi oración, con corazón de padre.
Querría que mi saludo y mi agradecimiento llegara también a todos: el corazón de un papa se extiende al mundo entero. Y querría expresar mi gratitud al cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede, que vuelve presente la gran familia de Naciones.
Aquí pienso también a todos aquellos que trabajan para una buena comunicación y a quienes agradezco por su importante servicio.
A este punto quiero agradecer verdaderamente y de corazón a todas las numerosas personas en todo el mundo que en las últimas semanas me han enviado signos conmovedores de atención, de amistad y de oración. Sí porque el papa no está nunca solo y ahora lo experimento nuevamente en una manera tan grande, que me toca el corazón.
El papa le pertenece a todos, y tantas personas se sienten muy cerca de él. Es verdad que recibo cartas de los grandes del mundo: jefes de Estado, jefes religiosos, de los representantes del mundo de la cultura, etc.
Pero recibo también muchísimas cartas de personas simples que me escriben simplemente desde su corazón y me hacen sentir el afecto que nace del su estar junto a Jesucristo en Iglesia. Estas personas no me escriben como se escribe por ejemplo a un príncipe o a un grande que no se conoce. Me escriben como hermanos y hermanas, o como hijos o hijas, con el sentido de una relación familiar muy afectuoso.
Aquí se puede tocar con la mano que es la Iglesia -no una organización, no una asociación con fines religiosos o humanitarios, sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos. Sentir a la Iglesia de esta manera y poder casi tocar con las manos la fuerza de su verdad y de su amor es un motivo de alegría, en un tiempo en el cual tantos hablan de su ocaso.



En estos últimos meses he sentido que mis fuerzas han disminuido, y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me ilumine con su luz para hacerme tomar la decisión más justa, no para mi bien, sino para el bien de la Iglesia. He realizado este paso con plena conciencia de su gran gravedad y también novedad, pero también con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el coraje de hacer elecciones difíciles, sufridas y poniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no a nosotros mismos.
Permítanme volver aquí una vez más al 19 de abril de 2005. La gravedad de la decisión fue precisamente por el hecho de que a partir de ese momento en adelante, yo estaba empeñado siempre y para siempre por el Señor. Siempre --quien asume el ministerio Petrino ya no tiene ninguna privacidad. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia. A su vida le viene, por así decir, totalmente quitada la esfera privada.
He podido experimentar, y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida propiamente cuando la da. Dije antes que una gran cantidad de gente que ama el Señor, aman también al Sucesor de san Pedro y tienen un alto aprecio por él; y que el Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas de todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de su comunión; porque él no se pertenece más a sí mismo, pertenece a todos y todos le pertenecen.
El "siempre" es también un "para siempre" --no es más un retorno a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio, no revoca esto. No regreso a la vida privada, a una vida de viajes, reuniones, recepciones, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que permanezco de un modo nuevo ante el Señor Crucificado. No llevo más la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, sino en el servicio de la oración; permanezco, por así decirlo, en el recinto de san Pedro. San Benito, cuyo nombre porto como papa, me será de gran ejemplo en esto. Él nos ha mostrado el camino para una vida que, activa o pasiva, pertenece por entero a la obra de Dios.
También doy las gracias a todos y cada uno por su respeto y la comprensión con la que han acogido esta importante decisión. Voy a seguir acompañando el camino de la Iglesia mediante la oración y la reflexión, con la dedicación al Señor y a su Esposa, que traté de vivir hasta ahora todos los días y que quiero vivir para siempre. Les pido que me recuerden delante de Dios, y sobre todo de orar por los cardenales, que son llamados a una tarea tan importante, y por el nuevo sucesor del apóstol Pedro: que el Señor lo acompañe con la luz y el poder de su Espíritu.
Invoco la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, para que nos acompañe a cada uno de nosotros y a toda la comunidad eclesial; a Ella nos acogemos, con profunda confianza.
¡Queridos amigos y amigas! Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, y especialmente en los tiempos difíciles. Nunca perdamos esta visión de fe, que es la única visión verdadera del camino de la Iglesia y del mundo. En nuestro corazón, en el corazón de cada uno de ustedes, que exista siempre la certeza gozosa de que el Señor está cerca, que no nos abandona, que está cerca de nosotros y nos envuelve con su amor. ¡Gracias!
Asimismo, doy gracias a Dios por sus dones, y también a tantas personas que, con generosidad y amor a la Iglesia, me han ayudado en estos años con espíritu de fe y humildad. Agradezco a todos el respeto y la comprensión con la que han acogido esta decisión importante, que he tomado con plena libertad. Desde que asumí el ministerio Petrino en el nombre del Señor he servido a su Iglesia con la certeza de que es Él quien me ha guiado. Sé también que la barca de la Iglesia es suya, y que Él la conduce por medio de hombres. Mi corazón está colmado de gratitud porque nunca ha faltado a la Iglesia su luz. En este Año de la fe invito a todos a renovar la firme confianza en Dios, con la seguridad de que Él nos sostiene y nos ama, y así todos sientan la alegría de ser cristianos.


Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y de los países latinoamericanos, que hoy han querido acompañarme. Os suplico que os acordéis de mí en vuestra oración y que sigáis pidiendo por los Señores Cardenales, llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo Sucesor en la Cátedra del apóstol Pedro. Imploremos todos la amorosa protección de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia. Muchas gracias. Que Dios os bendiga.

Texto tomado de la agencia de noticias Zenit

miércoles, 20 de febrero de 2013

Cristo no abandonará a su Esposa


Si acaso oís palabras o gritos de ofensa para la Iglesia, manifestad, con humanidad y con caridad, a esos desamorados, que no se puede maltratar a una Madre así. Ahora la atacan impunemente, porque su reino, que es el de su Maestro y fundador, no es este mundo. Mientras gima el trigo entre la paja, mientras suspiren las espigas entre la cizaña, mientras se lamenten los vasos de misericordia entre los de ira, mientras llore el lirio entre las espinas, no faltarán enemigos que digan: ¿cuándo morirá y perecerá su nombre? Es decir: ved que vendrá el tiempo en que desaparezcan y ya no habrá cristianos... Pero, cuando dicen esto, ellos mueren sin remedio. Y la Iglesia permanece (SAN AGUSTIN, En. in Ps. 70, II, 12).



Pase lo que pase, Cristo no abandonará a su Esposa. La Iglesia triunfante está ya junto a El, a la diestra del Padre. Y desde allí nos llaman nuestros hermanos cristianos, que glorifican a Dios por esta realidad que nosotros vemos todavía en la clara penumbra de la fe: la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica.


San Josemaría Escrivá de Balaguer

domingo, 20 de enero de 2013

La Luz que nos guia

Muchas veces el camino que nos toca recorrer es largo, pesado, desconocido. A ciencia cierta no sabemos que nos espera el día de mañana, aunque nuestra agenda este cargada de tareas, ninguno de nosotros sabemos si podremos cumplirlas al pie de la letra, tal cual están escritas.
Esta experiencia de desconcierto, de no saber que traerá el mañana me toco vivirla bien de cerca estos últimos meses. Mis amigos más cercanos bien lo saben. Un nuevo destino. Una despedida. Un esperar después de la despedida, y el tiempo iba pasando, un papel y otro, y otro más. La partida que parecía ser la ultima, los abrazos, las lagrimas... y cuando todo parecía que ya, vino otra vez la espera... fueron meses de silencio, de soledad, de desierto, en los cuales no faltaron las oraciones que sostienen y fortalecen, tampoco faltaron las tentaciones de "ultima hora", te ofrezco este lugar, este cargo... quédate con nosotros... y las propuestas eran buenas, eran nobles, pero el camino era otro.
Y en medio de ese desconcierto, de ese desierto, de las lagrimas, una llamada que todo lo cambia... y aquel "Sueño con volver a casa, y que vuelva la alegría  se hizo realidad por una semana más... y si hubiese sido solo una hora, hubiese ido igual para volver  a ver esas caras de felicidad que no tienen precio alguno... fueron días hermosos, llenos de Vida, llenos de la presencia de Dios.
Pude entregar todo como corresponde, con todas las letras, salir con la "frente en alto" por la misma puerta que había entrado seis años atrás...
Y en ese despedirse de nuevo, llega la noticia tan ansiada, tan esperada, tan soñada... 
Y como para no olvidarme que estoy en sus Manos, otra vez la ultima prueba, un numero estaba mal... en vez de decir 12, decía 13.... ¿esperar un año? ¿era realidad lo que mis ojos veían ... y las propuestas sonaban nuevamente, te daré esto o lo otro, este cargo o este lugar.... Pero todo no iba a quedar así, fue levantarse temprano, pero sobre todo hacer sonar las campanas de la oración, abrir el cielo y pedir un milagro... y finalmente el milagro sucedió...
El viaje a mi nuevo destino llego cuando menos lo esperaba y soñaba, pero llego en el tiempo de Dios. No en el tiempo de los hombres, sino en ese Kayros bendito que todo lo sostiene para nuestro Bien.



Y al llegar al destino, fui a ver a mi Madre del Cielo, y allí deje mi vida, mi historia, y esta nueva realidad. todas estas velas encendidas a sus pies, me hizo recordar que tengo Amigos, Hermanos, Madres y Padres, Hijos que Dios me regalo y que son esas pequeñas lamparas encendidas, que iluminan mi vida con la suave caricia que viene de la mano de Dios.
Y si estuve en pie, y lo estoy es por esas luces encendidas que Dios me regalo.
Gracias a cada uno de ustedes por ser esas lamparas encendidas en medio de la noche de la soledad.
Que el Señor los bendiga en abundancia. Unidos en la oración. 
Suyo en Cristo. Hno. Felipe de Jesús dj