Si acaso oís palabras o gritos de ofensa para la Iglesia, manifestad, con humanidad y con caridad, a esos desamorados, que no se puede maltratar a una Madre así. Ahora la atacan impunemente, porque su reino, que es el de su Maestro y fundador, no es este mundo. Mientras gima el trigo entre la paja, mientras suspiren las espigas entre la cizaña, mientras se lamenten los vasos de misericordia entre los de ira, mientras llore el lirio entre las espinas, no faltarán enemigos que digan: ¿cuándo morirá y perecerá su nombre? Es decir: ved que vendrá el tiempo en que desaparezcan y ya no habrá cristianos... Pero, cuando dicen esto, ellos mueren sin remedio. Y la Iglesia permanece (SAN AGUSTIN, En. in Ps. 70, II, 12).
Pase lo que pase, Cristo no abandonará a su Esposa. La Iglesia triunfante está ya junto a El, a la diestra del Padre. Y desde allí nos llaman nuestros hermanos cristianos, que glorifican a Dios por esta realidad que nosotros vemos todavía en la clara penumbra de la fe: la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica.
San Josemaría Escrivá de Balaguer
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