sábado, 31 de marzo de 2012

Domingo de Ramos


Al entrar el Señor en la ciudad santa, los niños hebreos profetizaban la resurrección de Cristo, proclamando con ramos de palmas: «Hosanna en el cielo».
Nosotros conocemos ahora que aquella entrada triunfal fue, para muchos, muy efímera. Los ramos verdes se marchitaron pronto. Elhosanna entusiasta se transformó cinco días más tarde en un grito enfurecido: ¡Crucifícale! ¿Por qué tan brusca mudanza, por qué tanta inconsistencia? Para entender algo quizá tengamos que consultar nuestro propio corazón.
«¡Qué diferentes voces eran –comenta San Bernardo–: quita, quita, crucifícale y bendito sea el que viene en nombre del Señor, hosanna en las alturas! ¡Qué diferentes voces son llamarle ahora Rey de Israel, y de ahí a pocos días: no tenemos más rey que el César! ¡Qué diferentes son los ramos verdes y la cruz, las flores y las espinas! A quien antes tendían por alfombra los vestidos propios, de allí a poco le desnudan de los suyos y echan suertes sobre ellos».
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén pide a cada uno de nosotros coherencia y perseverancia, ahondar en nuestra fidelidad, para que nuestros propósitos no sean luces que brillan momentáneamente y pronto se apagan. En el fondo de nuestros corazones hay profundos contrastes: somos capaces de lo mejor y de lo peor. Si queremos tener la vida divina, triunfar con Cristo, hemos de ser constantes y hacer morir por la penitencia lo que nos aparta de Dios y nos impide acompañar al Señor hasta la Cruz.
«La liturgia del Domingo de Ramos pone en boca de los cristianos este cántico: levantad, puertas, vuestros dinteles; levantaos, puertas antiguas, para que entre el Rey de la gloria (Antífona de la distribución de los ramos). El que se queda recluido en la ciudadela del propio egoísmo no descenderá al campo de batalla. Sin embargo, si levanta las puertas de la fortaleza y permite que entre el Rey de la paz, saldrá con Él a combatir contra toda esa miseria que empaña los ojos e insensibiliza la conciencia».
María también está en Jerusalén, cerca de su Hijo, para celebrar la Pascua. La última Pascua judía y la primera Pascua en la que su Hijo es el Sacerdote y la Víctima. No nos separemos de Ella. Nuestra Señora nos enseñará a ser constantes, a luchar en lo pequeño, a crecer continuamente en el amor a Jesús. Contemplemos la Pasión, la Muerte y la Resurrección de su Hijo junto a Ella. No encontraremos un lugar más privilegiado.
Hablar con Dios; Francisco Fernandez Carvajal

sábado, 17 de marzo de 2012

Me levantaré y volveré a mi Padre...



"Volviendo en sí, dijo: 'Me levantaré, volveré junto a mi Padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo'".  (Lc. 15, 17-18)
El Salvador, Teótimo, es una luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo.
Varios viajeros, hacia el mediodía de un día de verano, se pusieron a dormir a la sombra de un árbol; pero, mientras con el cansancio y la frescura de la sombra estaban durmiendo, el sol fue avanzando hacia ellos, dándoles de plano su fuerte luz en los ojos y el calor, que atravesaba los párpados, les obligó dulcemente a despertarse; unos, al despertar, se levantaron con presteza y fueron a cobijarse en la posada. Los otros, no solamente no se levantaron, sino que volviéndose de espaldas al sol, se calaron los sombreros hasta los ojos y pararon el día durmiendo; al llegar la noche quisieron ir a la posada, pero se perdieron, unos por aquí otros por allá, en el bosque, a merced de los lobos y otras alimañas.
Dime, por favor, Teótimo, ¿no es verdad que los que fueron a la posada debieran estar muy agradecidos al sol, o hablando más cristianamente, al Creador del sol? Desde luego, pues nunca se hubieran despertado a tiempo; el sol les hizo ese favor y , con un cariñoso sermón de claridad y de calor, les vino amablemente a despertar.
Cierto es que ellos no le ofrecieron resistencia, pero también el sol les ayudó mucho a no resistirse por la dulzura con que vino a derramar su luz sobre ellos, haciéndose entrever a través de los párpados; y también por su calor, por su amor, les abrió los ojos obligándoles a ver su luz.
Esto es lo que quiero decirte, Teótimo. Todos los hombres son viajeros en esta vida mortal; casi todos estamos voluntariamente adormilados en el pecado, y Dios, sol de justicia, lanza sobre nosotros, suficiente y abundantemente los rayos de sus inspiraciones.
¡Oh, qué ocasión de regocijarse tienen aquellos que, una vez atraídos y conquistados, siguen la inspiracion!

San Francisco de Sales

sábado, 3 de marzo de 2012

Cuarema, camino de conversión



Como Iglesia hemos comenzado a caminar nuestro camino cuaresmal de penitencia, ayuno, oración y limosna para poder llegar al gozo de la Pascua con el corazón purificado y renovado.
Cuaresma es el camino de la conversión del corazón; es el camino y el medio para abrir nuestras pobres vidas al amor Redentor de Dios Nuestro Señor que se entrega la madero de la Cruz para salvarnos. ¿Que seria de nuestras vidas, sino no fuésemos Salvados en el Madero de la Cruz? ¿Que seria de nosotros si nuestro Salvador no hubiese entregado su Vida es rescate por nuestras vidas?

Es por eso que en este tiempo especial de la cuaresma debemos golpear las puertas de la Misericordia del Corazón amoroso de nuestro buen Dios. Golpear las puertas de su infinita Bondad a través de nuestro ayuno, de nuestra oración, de nuestra penitencia y sobre todo golpear esta puerta con nuestra caridad.


Golpeando las puertas de la Misericordia de Dios, nos encontraremos con un Dios que golpea Él primero la puerta de nuestro corazón: "Ecce sto ad ostium et pulso. Si quis audierit vocem meam et aperuerit ianuam, introibo ad illum et cenabo cum illo, et ipse mecum." (Apoc. 3,20). Abramos pues, nuestras puertas, dejemos el pecado, el orgullo, aquello que nos domina; abandonemos las obras del mundo, del demonio y de la carne, y dejemos entrar a nuestro Señor por medio del Ayuno, la Oración y la Limosna.

Hno Felipe de Jesús dj