martes, 31 de mayo de 2011

EJEMPLO QUE EDIFICA


Terminado el mes de Mayo, mes de María, les comparto esta foto del Santo Padre Benedicto XVI, rezando el santo Rosario, teniendo en sus manos el arma mas poderosa jamas creada. Recemos con fe y esperanza. Cada día alcemos nuestros rosarios y así venzamos al mal.

Martes

Este día pensarás en las miserias de la vida humana para que por ella veas cuán vana sea la gloria del mundo y cuán digna de ser menospreciada, pues se funda sobre tan flaco cimiento como esta tan miserable vida; y aunque los defectos y miserias de esta vida sean casi innumerables, tú puedes ahora señaladamente considerar estas siete.

Primeramente, considera cuán breve sea esta vida, pues el más largo tiempo de ella es de setenta u ochenta años, porque todo lo demás, si algo queda, como dice el Profeta (Ps.89,10), es trabajo y dolor, y si de aquí se saca el tiempo de la niñez, que más es vida de bestias que de hombres, el que se gasta durmiendo, cuando no usamos de los sentidos ni de la razón (que nos hace hombres), hallaremos ser aún más breve de lo que parece. Y si sobre todo esto lo comparas con la eternidad de la vida venidera, apenas te parecerá un punto. Por donde verás cuán desvariados son los que por gozar de este soplo de vida tan breve se ponen a perder el descanso de aquella que para siempre ha de durar. Lo segundo, considera cuán incierta sea esta vida (que es otra miseria sobre la pasada), porque no basta ser de suyo tan breve como es, sino que ese poco que hay de vida no está seguro, sino dudoso. Porque ¿cuántos llegan a esos setenta u ochenta años que dijimos? ¿A cuántos se corta la tela en comenzándose a tejer? ¿Cuántos se van en flor, como dicen, o en agraz? No sabéis, dice el Salvador (Mc.13,35) cuándo vendrá vuestro Señor, si a la mañana, si al medio día, si a la media noche, si al canto del gallo.

Aprovecharte ha, para mejor sentir esto, acordarte de la muerte de muchas personas que habrás conocido -en este mundo, especialmente de tus amigos y familiares, y de algunas personas ilustres y señaladas, a las cuales salteó la muerte en diversas edades, y dejó burlados todos sus propósitos y esperanzas.

Lo tercero, piensa cuán frágil y quebradiza sea esta vida, y hallarás que no hay vaso de vidrio tan delicado como ella es, pues un aire, un sol, un jarro de agua fría, un vaho de un enfermo, basta para despojarnos de ella, como parece por las experiencias cotidianas de muchas personas, a las cuales en lo más florido de su edad basta para derribar cualquier ocasión de las sobredichas.

Lo cuarto, considera cuán mudable es y cómo nunca permanece en un mismo ser. Para lo cual debes considerar cuánta sea la mudanza de nuestros cuerpos, los cuales nunca permanecen en una misma salud y disposición, y cuánto mayor la de los ánimos, que siempre andan como la mar alterados con diversos vientos y olas de pasiones y apetitos y cuidados que a cada hora nos perturban y, finalmente, cuántas sean las mudanzas que dicen de la fortuna, que nunca consiente mucho permanecer, ni en un mismo estado, ni en una misma prosperidad y alegría las cosas de la vida humana, sino siempre rueda de un lugar a otro. Y, sobre todo esto, considera cuán continuo sea el movimiento de nuestra vida, pues día y noche nunca para, sino siempre va perdiendo de su derecho. Según esto, ¿qué es nuestra vida sino una candela, que siempre se está gastando, y  mientras más arde y resplandece, más se gasta? (Iob.14,2): ¿ Qué es nuestra vida, sino una flor que abre a la mañana y al medio día se marchita, y a la tarde se seca?

Pues por razón de esta continua mudanza, dice Dios por Isaías (Is.40,6): Toda carne es heno, y toda la gloria de ella es como la flor del campo. Sobre las cuales palabras dice San Jerónimo: Verdaderamente, quien considerare la fragilidad de nuestra carne, y cómo en todos los puntos y momentos de tiempo crecemos y decrecemos, sin jamás permanecer en un mismo estado, y cómo esto que ahora estamos hablando, trazando y escudriñando, se está quitando de nuestra vida, no dudará llamar a nuestra carne heno, y toda su gloria como la flor del campo. El que ahora es niño de teta, súbitamente se hace muchacho, y el muchacho, mozo, y el mozo muy pronto llega a la vejez, y primero se halla viejo que se maraville de ver cómo ya no es mozo. Y la mujer hermosa, que llevaba tras sí las manadas de los mozuelos locos, muy presto descubre la frente arada con arrugas, y la que antes era amable, de ahí a poco viene a ser aborrecible.

Lo quinto, considera cuán engañosa sea (que por ventura es lo' peor que tiene, pues a tantos engaña, y tantos y tan ciegos amadores lleva tras sí), pues siendo fea nos parece hermosa, siendo amarga nos parece dulce, siendo breve, a cada uno la suya, le parece larga, y siendo tan miserable, parece tan amable, que no hay peligro ni trabajo a que no se pongan los hombres por ella, aunque sea con detrimento de la vida perdurable, haciendo cosas por donde vengan a perder la vida perdurable.

Lo sexto, considera cómo además de ser tan breve, etc. (según está dicho), eso poco que hay de vida está sujeto a tantas miserias, así del ánima como del cuerpo, que todo ello no es otra cosa sino un valle de lágrimas y un piélago de infinitas miserias. Escribe San Jerónimo que Jerjes, aquel poderosísimo rey que derribaba los montes y allanaba los mares, como se subiese a un monte alto a ver desde allí un ejército que tenía juntado de infinitas gentes, después que lo hubo bien mirado, dice que se paró a llorar. Y preguntado por qué lloraba, respondió: Lloro porque de aquí a cien años no estará vivo ninguno de cuantos allí veo presentes. ¡Oh si pudiésemos (dice San Jerónimo) subirnos a alguna atalaya, que dende allá pudiésemos ver toda la tierra debajo de nuestros pies! Dende ahí verías las caídas y miserias de todo el mundo, y gentes destruidas por gentes, y reinos por reinos. Verías cómo a unos atormentan, a otros matan; unos se ahogan en la mar, otros son llevados cautivos. Aquí verás bodas, allí llanto; aquí matar unos, allí morir otros; unos abundar en riquezas, otros mendigar. Y finalmente verías no solamente el ejército de jerjes, sino a todos los hombres del mundo que ahora son, los cuales de aquí a pocos días acabarán. Discurre por todas las enfermedades y trabajos de los cuerpos humanos y por todas las aflicciones y cuidados de los espíritus, y por los peligros que hay, así en todos los estados como en todas las edades de los hombres, y verás aún más claro cuántas sean las miserias de esta vida, pues que viendo tan claramente cuán poco es todo lo que el mundo puede dar, más fácilmente menosprecies tanto lo que hay en él.

A todas estas miserias sucede la última, que es morir, la cual, así para lo del cuerpo como para lo del ánima, es la última de todas las cosas terribles; pues el cuerpo será en un punto despojado de todas las cosas, y del ánima se ha de determinar entonces lo que para siempre ha de ser.

Todo esto te dará a entender cuán breve y miserable sea la gloria del mundo (pues tal es la vida de los mundanos sobre que se funda) y, por consiguiente, cuán digna sea ella de ser hollada y menospreciada.

Dulzura...

Que dulzura es saber que en Tus manos encuentro la Paz. 
Que bueno es saber que junto a Ti no hay oscuridad..

lunes, 30 de mayo de 2011

Lunes

Este día podrás entender en la memoria de los pecados, y en el conocimiento de ti mismo, para que en lo uno veas cuántos males tienes, y en lo otro cómo ningún bien tienes que no sea de Dios, que es el medio por donde se alcanza la humildad, madre de todas las virtudes.

Para esto debes primero pensar en la muchedumbre de los pecados de la vida pasada, especialmente en aquellos que hiciste en el tiempo que menos conocías a Dios. Porque si lo sabes bien mirar, hallarás que se han multiplicado sobre los cabellos de tu cabeza, y que viviste en aquel tiempo como un gentil, que no sabe qué cosa es Dios. Discurre, pues, brevemente por todos los diez mandamientos y por los siete pecados mortales, y verás que ninguno de ellos hay en que no hayas caído muchas veces, por obra o por palabra o pensamiento.

Lo segundo, discurre por todos los beneficios divinos, y por los tiempos de la vida pasada, y mira en qué los has empleado; pues de todos ellos has de dar cuenta a Dios. Pues dime ahora, ¿en qué gastaste la niñez? ¿En qué la mocedad? ¿En qué la juventud? ¿En qué, finalmente, todos los días de la vida pasada? ¿En qué ocupaste los sentidos corporales y las potencias del ánima que Dios te dio para que lo conocieses y sirvieses? ¿En qué se emplearon tus ojos, sino en ver la vanidad? ¿En qué tus oídos, sino en oír la mentira, y en qué tu lengua, sino en mil maneras de juramentos y murmuraciones, y en qué tu gusto, y tu oler, y tu tocar, sino en regalos y blanduras sensuales?

¿Cómo te aprovechaste de los Santos Sacramentos, que Dios ordenó para tu remedio? ¿Cómo le diste gracias por sus beneficios? ¿Cómo respondiste a sus inspiraciones? ¿En qué empleaste la salud y las fuerzas, y las habilidades de la naturaleza, y los bienes que dicen de fortuna, y los aparejos y oportunidades para bien vivir? ¿Qué cuidado tuviste de tu prójimo, que Dios te encomendó, y de aquellas obras de misericordia que te señaló para con él? ¿Pues qué responderás en aquel día de la cuenta, cuando Dios te diga (Lc.16,2): Dame cuenta de tu mayordomía, y de la cuenta que te entregué; porque ya no quiero que trates más en ella? ¡Oh árbol seco y aparejado para los tormentos eternos! ¿Qué responderás en aquel día, cuanto te pidan cuenta de todo el tiempo de tu vida y de todos los puntos y momentos de ella?

Lo tercero, piensa en los pecados que has hecho y haces cada día, después que abriste más los ojos al conocimiento de Dios, y hallarás que todavía vive en ti Adán con muchas de las raíces y costumbres antiguas. Mira cuán desacatado eres para con Dios, cuán ingrato a sus beneficios, cuán rebelde a sus inspiraciones, cuán perezoso para las cosas de su servicio, las cuales nunca haces ni con aquella presteza y diligencia, ni con aquella pureza de intención que debías, sino por otros respetos e intereses del mundo.

Considera cuán duro eres para con el prójimo, y cuán piadoso para contigo, cuán amigo de tu propia voluntad, y de tu carne, y de tu honra, y de todos tus intereses. Mira cómo todavía eres soberbio, ambicioso, airado, súbito, vanaglorioso, envidioso, malicioso, regalado, mudable, liviano, sensual, amigo de tus recreaciones y conversaciones y risas y parlerías. Mira cuán inconstante eres en los buenos propósitos, cuán inconsiderado en tus palabras, cuán desproveído en tus obras, y cuán cobarde y pusilánime para cualesquier graves negocios.

Lo cuarto, considera ya por este orden la muchedumbre de tus pecados, considera luego la gravedad de ellos, para que veas cómo por todas partes es crecida tu miseria. Para lo cual debes primeramente considerar estas tres circunstancias en los pecados de la vida pasada, conviene a saber: Contra quién pecaste, por qué pecaste y en qué manera pecaste. Si miras contra quién pecaste, hallarás que pecaste contra Dios, cuya bondad y majestad es infinita, y cuyos beneficios y misericordias para con el hombre sobrepujan las arenas del mar; mas, ¿por qué causa pecaste? Por un punto de honra, por un deleite de bestias, por un cabello de interés y muchas veces sin interés; por sola costumbre y desprecio de Dios. Mas ¿en qué manera pecaste? Con tanta facilidad, con tanto atrevimiento, tan sin escrúpulo, tan sin temor y a veces con tanta facilidad y contentamiento, como si pecaras contra un Dios de palo, que ni sabe ni ve lo que pasa en el mundo. ¿Pues ésta era la honra que se debía a tan alta majestad? ¿Éste es el agradecimiento de tantos beneficios? ¿Así se paga aquella sangre preciosa que se derramó en la Cruz, y aquellos azotes y bofetadas que se recibieron por ti? ¡Oh miserable de ti por lo que perdiste, y mucho más por lo que hiciste, y muy mucho más si con todo esto no sientes tu perdición! Después de esto, es cosa de grandísimo provecho detener un poco los ojos de la consideración en pensar tu nada; esto es, cómo de tu parte no tienes otra cosa más que nada y pecado, y cómo todo lo demás es de Dios; porque claro está que así los bienes de naturaleza como los de gracia (que son los mayores), son todos suyos; porque suya es la gracia de la predestinación (que es la fuente de todas las otras gracias), y suya la de la vocación, y suya la gracia concomitante, y suya la gracia de la perseverancia, y suya la gracia de la vida eterna. Pues ¿qué tienes, de qué te puedes gloriar, sino de nada, y pecado? Reposa, pues, un poco en la consideración de esa nada, y pon esto sólo a tu cuenta, y todo lo demás a la de Dios, para que clara, y palpablemente veas quién eres tú y quién es El; cuán pobre tú y cuán rico El, y, por consiguiente, cuán poco debes confiar en ti y estimar a ti, y cuánto confiar en El, amar a Él y gloriarte en Él.

Pues consideradas todas estas cosas arriba dichas, siente de ti lo más bajamente que te sea posible. Piensa que no eres más que una cañavera, que se muda a todos vientos, sin peso, sin virtud, sin firmeza, sin estabilidad y sin ninguna manera de ser. Piensa que eres un Lázaro de cuatro días muerto, y un cuerpo hediondo y abominable, lleno de gusanos, que todos cuantos pasan se tapan las narices y los ojos para no verlo. Parézcate que de esta manera hiedes delante de Dios y de sus ángeles, y tente por indigno de alzar los ojos al cielo, y de que te sustente la tierra, y de que te sirvan las criaturas, y del mismo pan que comes y del aire que recibes.

Derríbate con aquella pública pecadora a los pies del Salvador, y cubierta tu cara de confusión con aquella vergüenza que padecería una mujer delante de su marido cuando le hubiese hecho traición, y con mucho dolor y arrepentimiento de tu corazón pídele perdón de tus yerros, y que por su infinita piedad y misericordia haya por bien volverte a recibir en su casa.

Fuente: tratado de la oración y meditación de san Pedro de Alcantara

Agua Viva

¿Por qué abocarte a beber en las charcas de los consuelos mundanos si puedes saciar tu sed en aguas que saltan hasta la vida eterna?"
(san Josemaria Escriva)

domingo, 29 de mayo de 2011

Amor puro...

 
Amor puro e incontenible.
Amor de eternidades que te abajas para mirarnos y amarnos en medio de nuestras mezquindades.

Materia de la Meditacion

Visto de cuánto fruto sea la oración y meditación, veamos ahora cuáles sean las cosas que debemos meditar. A lo cual se responde, que por cuanto este santo ejercicio se ordena a criar en nuestros corazones amor y temor de Dios, y guarda de sus mandamientos, aquélla será más conveniente materia de este ejercicio que más hiciere a este propósito. Y aunque sea verdad que todas las cosas criadas y todas las espirituales sagradas nos muevan a esto; pero, generalmente hablando, los misterios de nuestra fe, que se contienen en el Símbolo, que es el Credo, son los más eficaces y provechosos para esto. Porque en él se trata de los beneficios divinos, del juicio final, de las penas del Infierno y de la gloria del Paraíso, que son grandísimos estímulos para mover nuestro corazón al amor y temor de Dios, y en él también se trata la Vida y Pasión de Cristo nuestro Salvador, en la cual consiste todo nuestro bien. Estas dos cosas señaladamente se tratan en el Símbolo, y éstas son las que más ordinariamente rumiamos en la meditación, por lo cual con mucha razón se dice que el Símbolo es la materia propiísima de este santo ejercicio, aunque también lo será para cada uno lo que más moviere su corazón al amor y temor de Dios.

Pues, según esto, para introducir a los nuevos y principiantes en este camino (a los cuales conviene dar el manjar como digesto y masticado), señalaré aquí brevemente dos maneras de meditaciones para todos los días de la semana, unas para la noche, y otras para la mañana, sacadas por la mayor parte de los misterios de nuestra fe, para que así como damos a nuestro cuerpo dos refecciones cada día, así también las demos al ánima, cuyo pasto es la meditación y consideración de las cosas divinas. De estas meditaciones, las unas son de los Misterios de la Sagrada Pasión y Resurrección de Cristo, y las otras de los otros Misterios que ya dijimos. Y quien no tuviere tiempo para recogerse dos veces al día, a lo menos podrá una semana meditar unos Misterios y otra los otros, o quedarse con solos los de la Pasión y Vida de Jesucristo (que son los más principales), aunque los otros no conviene que se dejen a principio de la conversión, porque son irás convenientes para este tiempo, donde principalmente se requiere temor de Dios, dolor y detestación de los pecados. 

Fuente: Tratado de la Oración y Meditación de san Pedro de Alcantara

sábado, 28 de mayo de 2011

DEL FRUTO QUE SE SACA DE LA ORACIÓN Y MEDITACIÓN

 

Porque este tratado breve habla de oración y meditación, será bien decir en pocas palabras el fruto que de este santo ejercicio se puede sacar, porque con más alegre corazón se ofrezcan los hombres a él.

Notoria cosa es que uno de los mayores impedimentos que el hombre tiene para alcanzar su última felicidad y bienaventuranza, es la mala inclinación de su corazón, y la dificultad y pesadumbre que tiene para bien obrar; porque a no estar ésta de por medio, facilísima cosa le sería correr por el camino de las virtudes y alcanzar el fin para que fue criado. Por lo cual dijo el Apóstol (Rom.7,23): Huélgome con la ley de Dios, según el hombre interior; pero siento otra ley e inclinación en mis miembros, que contradice a la ley de mi espíritu. Y me lleva tras sí cautivo a la ley del pecado. Ésta es, pues, la causa más universal que hay de todo nuestro mal. Pues para quitar esta pesadumbre y dificultad y facilitar este negocio, una de las cosas que más aprovechan es la devoción. Porque (como dice Santo Tomás) no es otra cosa devoción sinos una prontitud y ligereza para bien obrar, la cual despide de nuestra ánima toda esa dificultad y pesadum y nos hace prontos y ligeros para todo bien. Porque es una refección espiritual, un refresco y rocío del cielo, un soplo y aliento del Espíritu Santo y un afecto sobrenatural; el cual, de tal manera regla, esfuerza y transforma el corazón del hombre, que le pone nuevo gusto y aliento para las cosas espirituales, y nuevo disgusto y aborrecimiento de las sensuales. Lo cual nos muestra la experiencia de cada día, porque al tiempo que una persona espiritual sale de alguna profunda y devota oración, allí se le renuevan todos los buenos propósitos; allí son los favores y determinaciones de bien obrar; allí el deseo de agradar y amar a un Señor tan bueno y dulce como allí se le ha mostrado, y de padecer nuevos trabajos y asperezas, y aun derramar sangre por Él; y, finalmente, reverdece y se renueva toda la frescura de nuestra alma.

Y si me preguntas por qué medios se alcanza ese poderoso y tan notable afecto de devoción, a esto responde el mismo santo doctor diciendo: que por la meditación y contemplación de las cosas divinas; porque de la profunda meditación y consideración de ellas redunda este afecto y sentimiento acá en la voluntad, que llamamos devoción, el cual nos incita y mueve a todo bien. Y por eso es tan alabado y encomendado este santo y religioso ejercicio de todos los santos; porque es medio para alcanzar la devoción, la cual, aunque no es más que una sola virtud, nos habilita y mueve a todas las otras virtudes, y es como un estímulo general para todas ellas. Y si quieres ver cómo esto es verdad, mira cuán abiertamente lo dice San Buenaventura (en De vita Christi) por estas palabras:

Si quieres sufrir con paciencia las adversidades y miserias de esta vida, seas hombre de oración. Si quieres alcanzar virtud y fortaleza para vencer las tentaciones del enemigo, seas hombre de oración. Si quieres mortificar tu propia voluntad con todas sus aficiones y apetitos, seas hombre de oración. Si quieres conocer las astucias de Satanás, y defenderte de sus engaños, seas hombres de oración. Si quieres vivir alegremente y caminar con suavidad por el camino de la penitencia y del trabajo, seas hombre de oración. Si quieres ojear de tu ánima las moscas importunas de los vanos pensamientos y cuidados, seas hombre de oración. Si la quieres sustentar con la grosura de la devoción y traerla siempre llena de buenos pensamientos y deseos, seas hombre de oración. Si quieres fortalecer y confirmar tu corazón en el camino de Dios, seas hombre de oración. Finalmente, si quieres desarraigar de tu ánima todos los vicios y plantar en su lugar las virtudes, seas hombre de oración; porque en ella se recibe la unción y gracia del Espíritu Santo, la cual enseña todas las cosas. Y demás de esto, si quieres subir a la alteza de la contemplación y gozar de los dulces abrazos del Esposo, ejercítate en la oración, porque éste es el camino por donde sube el ánima a la contemplación y gusto de las cosas celestiales. Ves, pues, de cuánta virtud y poder sea la oración? Y para prueba de todo lo dicho (dejado aparte el testimonio de las Escrituras Divinas), esto basta agora por suficiente probanza que habemos oído y visto, y vemos cada día muchas personas simples, las cuales han alcanzado todas estas cosas susodichas y otras mayores mediante el ejercicio de la oración. Hasta aquí son palabras de San Buenaventura. Pues ¿qué tesoro, qué tienda se puede hallar más rica, ni más llena que ésta? Oye también lo que dice a este propósito otro muy religioso y santo Doctor', hablando de esta misma virtud: En la oración (dice él), se alimpia el ánima de los pecados, apaciéntase la caridad, certifícase la fe, fortalécese la esperanza, alégrase el espíritu, derrítense las entrañas, purifícase el corazón, descúbrese la verdad, véncese la tentación, huye la tristeza, renuévanse los sentidos, repárase la virtud enflaquecida, despídese la tibieza, consúmese el orín de los vicios, y en ella no faltan centellas vivas de deseos del cielo, entre los cuales arde la llama del divino amor. ¡Grandes son las excelencias de la oración! ¡Grandes son sus privilegios! A ella están abiertos los Cielos. A ella se descubren los secretos, y a ella están siempre atentos los oídos de Dios. Esto basta ahora para que en alguna manera se vea el fruto de este santo ejercicio.

Fuente: Tratado de la oración y meditación de san Pedro de Alcantara

Oracion del Discipulo de Jesús

Señor Jesús: abre mis oídos, para que pueda escucharte.
Abre mis ojos, para que pueda verte.
Abre mis labios, para que pueda proclamarte.
Abre mis sentimientos, para que pueda alabarte.
Abre mi corazón, para que pueda amarte.
Purifica mi mente, mi imaginación, para que siempre seas Tú mi pensamiento.
Permiteme reconocerte como mi unico Maestro y Señor.
Enseñame a ser como Tú, manso y humilde de corazón. Recibe mi historia, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. Tú discípulo quiero Ser. Amén.

BIENVENIDOS

Bienvenidos a este pequeño blog, a este espacio que pretende ser un lugar de crecimiento en la vida espiritual, en nuestro camino hacia el abrazo Misericordioso de Nuestro Padre Dios.

Aqui podras encontrar oraciones, reflexiones, meditaciones, pensamientos, escritos de santos, Magisterio de la Iglesia, enseñanzas de los Padres de la Iglesia, y porque no algun tema de liturgia en sus dos formas extraodinaria y ordinaria, tema que me apasiona y que trato de vivir cada dia

Todos y cada uno de nosotros -en mayor o menor medida- hemos tenido un encuentro con la Misericordia de Dios nuestro Padre, manifestada sobre todo en la persona de su Hijo Jesús. Esa misericordia de la cual soy testigo, es la que no puedo callar. Misericordia en primer lugar, en mi vida y en la vida de los demas, a travez del ministerio de la confesion, de la uncion de los enfermos y sobre todo del Santo Sacrificio del Altar que sin merito de mi parte; Dios me permite cada dia celebrar.

Es desde el costado abierto de nuestro Redentor en el Sacrificio de la Cruz, donde brota la fuente pura de la Misericordia, es por eso que cada uno de nosotros estamos llamados a responder con amor a esa fuente de Misericordia, a travez de nuestras oraciones, de nuestra vida, de nuestros pensamientos, de nuestras palabras, de nuestras obras; hoy en dia el mundo tiene necesidad que nosotros los catolicos, demos testimonio de esa Misericordia que no tiene medida y que no se agota nunca, trabajemos pues para que las obras de la Luz brillen en medio de un mundo que vive en la oscuridad.

Bienvenido pues, a este espacio de oracion y de encuentro. No dudes en dejarnos tus opiniones, comentarios, sugerencias, etc, y porque no, alguna oracion, pensamiento, etc que nos ayude a crecer en nuestra vida espiritual.

Que el Señor te bendiga y la Virgen te proteja.
Hno. Felipe de Jesús dj