martes, 21 de octubre de 2014

Manifestemos el Amor con obras

"Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela"

Hoy más que nunca urge el anuncio de la fe desde el testimonio de cada cristiano. Hemos escuchado tantas cosas, tan buenas como tan malas acerca de nuestra fe. Hemos escuchado tantas voces que lo único que han conseguido es que nos encontremos como desorientados. 

¡Estemos en vela! ¡con las lámparas encendidas! Es el tiempo de estar preparados. Pero preparados de verdad. Miremos a nuestro alrededor, los demás no necesitan el testimonio de hombres buenos, pues muchos de ellos lo son. Nuestros hermanos necesitan el testimonio de cristianos que luchen por ser poner felicidad, en medio de la tristeza; esperanza, en medio de la desolación; paz, en medio de la guerra. En fin, como cristianos pongamos a Dios en el centro de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestras amistades.




Pues por el testimonio, no sólo escuchamos una voz más. No, en el testimonio de fe de cada cristiano se alza la voz del mismo Dios que nos dice cuanto nos ama. Esta es la voz que hoy en día el mundo está olvidando, y al mismo tiempo, es la única voz que ardientemente desea escuchar. No privemos a nuestros hermanos, familiares y amigos de la oportunidad de oír está Voz.

Ahora bien ¿Cómo hacer esto? ¿Cómo podemos hacer para dar este testimonio? Jesús nos ama con gestos concretos y con palabras de amor y de consuelo. Él es el camino; este es nuestro modelo. No son suficientes las palabras solas, pues “se las lleva el viento”. Hace falta gestos concretos que den cuerpo y consistencia a nuestras declaraciones. 

Hermanos ¿No creen que ya hemos dejado pasar mucho tiempo? Hoy, nuestro Dios nos regala un nuevo comienzo. Nuestras lámparas están encendidas desde el día de nuestro bautismo. Dios no se olvida de ninguno de nosotros, es bueno que no nos olvidemos de Él. 

Que María Santísima, madre y defensora de los discípulos, nos acompañe y nos obtenga la gracia de permanecer fieles en el compromiso de hacer gestos sinceros de amor a lo largo de este día.



martes, 7 de octubre de 2014

Promesas del Rosario

La Santísima Virgen hizo estas 15 promesas (reveladas al Beato Alano de la Roche) para aquellos que cultiven la devoción por el santo rosario:



    1. El que me sirva, rezando diariamente mi rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
    2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi rosario.
    3. El rosario será un fortísimo escudo de defensa contra el infierno, destruirá los vicios, librará de los pecados y exterminará las herejías.
    4. El rosario hará germinar las virtudes y también hará que sus devotos obtengan la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres el amor del mundo por el amor de Dios y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!
    5. El alma que se encomiende por el rosario no perecerá.
    6. El que con devoción rezare mi rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada; se convertirá si es pecador, perseverará en la gracia si es justo; y en todo caso será admitido a la vida eterna.
    7. Los verdaderos devotos de mi rosario no morirán sin los auxilios de la Iglesia.
    8. Quiero que todos los devotos de mi rosario tenga en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia, y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.
    9. Libraré pronto del Purgatorio a las almas devotas del rosario.
    10. Los hijos verdaderos de mi rosario gozarán en el cielo una gloria singular.
    11. Todo lo que me pidan lo alcanzarán por medio del rosario.
    12. Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi rosario.
    13. Todos los que recen el rosario tendrán por hermanos en la vida y en la muerte a los bienaventurados del cielo.
    14. Los que rezan mi rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
    15. La devoción al santo rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.