Muchas veces el camino que nos toca recorrer es largo, pesado, desconocido. A ciencia cierta no sabemos que nos espera el día de mañana, aunque nuestra agenda este cargada de tareas, ninguno de nosotros sabemos si podremos cumplirlas al pie de la letra, tal cual están escritas.
Esta experiencia de desconcierto, de no saber que traerá el mañana me toco vivirla bien de cerca estos últimos meses. Mis amigos más cercanos bien lo saben. Un nuevo destino. Una despedida. Un esperar después de la despedida, y el tiempo iba pasando, un papel y otro, y otro más. La partida que parecía ser la ultima, los abrazos, las lagrimas... y cuando todo parecía que ya, vino otra vez la espera... fueron meses de silencio, de soledad, de desierto, en los cuales no faltaron las oraciones que sostienen y fortalecen, tampoco faltaron las tentaciones de "ultima hora", te ofrezco este lugar, este cargo... quédate con nosotros... y las propuestas eran buenas, eran nobles, pero el camino era otro.
Y en medio de ese desconcierto, de ese desierto, de las lagrimas, una llamada que todo lo cambia... y aquel "Sueño con volver a casa, y que vuelva la alegría se hizo realidad por una semana más... y si hubiese sido solo una hora, hubiese ido igual para volver a ver esas caras de felicidad que no tienen precio alguno... fueron días hermosos, llenos de Vida, llenos de la presencia de Dios.
Pude entregar todo como corresponde, con todas las letras, salir con la "frente en alto" por la misma puerta que había entrado seis años atrás...
Y en ese despedirse de nuevo, llega la noticia tan ansiada, tan esperada, tan soñada...
Y como para no olvidarme que estoy en sus Manos, otra vez la ultima prueba, un numero estaba mal... en vez de decir 12, decía 13.... ¿esperar un año? ¿era realidad lo que mis ojos veían ... y las propuestas sonaban nuevamente, te daré esto o lo otro, este cargo o este lugar.... Pero todo no iba a quedar así, fue levantarse temprano, pero sobre todo hacer sonar las campanas de la oración, abrir el cielo y pedir un milagro... y finalmente el milagro sucedió...
El viaje a mi nuevo destino llego cuando menos lo esperaba y soñaba, pero llego en el tiempo de Dios. No en el tiempo de los hombres, sino en ese Kayros bendito que todo lo sostiene para nuestro Bien.
Y al llegar al destino, fui a ver a mi Madre del Cielo, y allí deje mi vida, mi historia, y esta nueva realidad. todas estas velas encendidas a sus pies, me hizo recordar que tengo Amigos, Hermanos, Madres y Padres, Hijos que Dios me regalo y que son esas pequeñas lamparas encendidas, que iluminan mi vida con la suave caricia que viene de la mano de Dios.
Y si estuve en pie, y lo estoy es por esas luces encendidas que Dios me regalo.
Gracias a cada uno de ustedes por ser esas lamparas encendidas en medio de la noche de la soledad.
Que el Señor los bendiga en abundancia. Unidos en la oración.
Suyo en Cristo. Hno. Felipe de Jesús dj